Un niño, tambor del ejército


Una vez que mi General, cuando niño, vio a los oficiales y a los soldados en campaña, habló con ellos, le hicieron comentarios que debieron impresionarle mucho. Se entusiasmó tanto que cuando regresó a su casa solamente hablaba de la guerra y de que quería ser militar, como diera lugar y que ya quería irse al ejército, pues él creía que a cualquier edad les aceptaban en las filas.

Lógicamente toda la familia se opuso y le discutieron su pensamiento, le argumentaron todos los posibles problemas que podía tener durante su estadía en el ejército, pero él estaba ya convencido de que él sería militar como diera lugar.

Los días del niño fueron pasando y ya todos creían que el muchacho había comprendido el problema que le planteaban sus hermanos especialmente y su padre y madre, quienes hacían todo lo posible por asegurar que el muchacho no fuera a “cometer semejante equivocación”.

Como la mayoría de los muchachos de esas zonas de provincia, la mejor alternativa para la educación eran las Escuelas de la ciudad capital provincial, en este caso la ciudad de Latacunga. Lógicamente todos sus hermanos habían iniciado sus estudios escolares en las escuelas escogidas cuidadosamente en la ciudad. Mi General inició sus estudios en la Escuela de los Hermanos Cristianos, como correspondía a los hijos de hacendados ricos o personas pudientes de la localidad.

Pasaron los días y se le presentó la oportunidad, pues habiendo algunos movimientos de guerra en el país debido a los movimientos políticos, él, sin que supieran en su casa, se presentó en el ejército como voluntario para ir a la “guerra”. Debido a su corta edad, lógicamente no le podían dar de alta como soldado, puesto que seguramente no podría llevar ni un fusil especialmente pequeño para su tamaño. Indudablemente el niño estaba muy contrariado y seguía insistiendo en entrar al ejército, entonces le asignaron como tambor mayor en la banda de guerra para que salga delante de los militares en las calles de Latacunga, con los soldados que iban a pelear en la “guerra”.

Así lo descubrieron sus padres y parientes, quienes no sabían en dónde estaba, y que creían era que estaba en la hacienda porque no le había gustado la escuela. Inmediatamente su padre pidió que lo retiraran, pero las reglas de ejército muchas veces no permiten cosas tan simples como esas, puesto que estaba enrolado en las filas y tenía que ser dado de baja para poder salir a la vida civil. De esta manera mi General quedó como tambor retirado del ejército, una vez que se aclararon las cosas y se dieron cuenta de que no tenía edad y que había mentido sobre la fecha de su nacimiento, con el afán de entrar al ejército.

Esas fueron sus primeras experiencias dentro de las filas del ejército, que nunca nadie los pudo borrar, pues tan pronto pudo volvió a las filas siempre pensando en quedarse definitivamente como soldado, para servir a la Patria. Siempre que nos recordaba esas experiencias mi padre nos decía que la mejor opción para el futuro de cada uno de nosotros era la que más le guste y la que las posibilidades le permitan para asegurar un futuro lleno de satisfacción, tanto para cada uno, como para su futura familia.