El General es tomado preso debido a la traición de uno de sus vecinos
Mi General había vendido la primera casa que construyó en la Tamayo, por las diferentes necesidades que tuvo para curarse del estómago que siempre le molestó, y que más tarde le costaría la vida. A manera de arriendo llegó una familia costeña cuyas dos hijas se hicieron rápidamente amigas de toda la familia, hasta de un primo quien gustaba mucho de una de ellas, que eran unas morenas muy simpáticas y tenían un cuerpo muy espectacular, al menos así lo veía yo a mis nueve años de edad.
En cierta ocasión, en las correrías políticas de mi General, tuvo orden de prisión, por conspirar contra el gobierno, nunca supimos de donde salió el chisme, pero la verdad era que en ese entonces el Presidente imaginaba que todo el mundo conspiraba contra él. Hubo varios intentos de tomarle preso en la casa, pero mi General siempre tenía la habilidad de escurrírseles a los pesquisas, en una o en otra forma, siempre acompañada por mi madre quien le facilitaba todas esas andanzas.
Un día llegaron con orden de cateo a casa y no hubo forma de parar a los pesquisas, que con un piquete de policía allanó la casa de mis padres, aún bajo las protestas de mis hermanos y de mi madre, quien ya no podía hacer nada por impedir, además que sabía que había la posibilidad de que escapara por la casa del vecino, pero resulta que esta familia abrió las puertas a la policía y lo entregaron. Cuando mi General se dio cuenta de la jugarreta ya era tarde, y mientras un esbirro le buscaba bajo la cama, le llamó la atención diciéndole que a un General de la República no se le busca debajo de las camas, aunque haya gentes traidoras en el barrio.
Lógicamente la familia al siguiente día desapareció de la ciudad y nunca volví a saber nada de ellas, ni mi primo que andaba tan emocionado nos pudo dar razón del paradero de esa familia.