José Antonio


1

Cuando estábamos en Quito, mi nieto vivía muy cerca en el piso de arriba. Siempre estaba en la casa, cuando llegaba de la oficina, y yo le molestaba. Enseguida me decía “pelea, pelea” y se cuadraba frente a mí, hasta que yo le siguiera el juego y me cuadrara frente a él.


2

Este mismo muchacho era, y sigue siendo, muy consentido por la abuela. Siempre le decía que era muy guapo.

Entonces, yo le decía a mi esposa “muchas gracias por el piropo“. Él se cuadraba frente a mí y me decía, con todas las furias, “Tito es a mí que me dice, usted es muy feo“.


3

Vivíamos en Quito, y siempre que podíamos íbamos a un pequeño departamento en la playa en Same con el padre de José Antonio.

Un día estábamos solos los tres; el niño, el padre y yo. No queríamos calentar la comida que llevábamos, y resolvimos ir a comer en un restaurante que quedaba muy cerca del departamento.

Yo pedí un plato con camarones. El padre de José, dijo que iba a pedir un plato de carne grande, y un ceviche, para que José coma la mitad de la carne, y él se comería el resto.

Estábamos conversando de algunas cosas, cuando el papá se termina el ceviche, y se da cuenta que ya el muchacho se había terminado un trozo de carne especial, bastante grande, que se suponía habían pedido para los dos.


4

José Antonio me pidió que lo llevara al cine para ver una pelicula. Como buen abuelo, accedí sin saber qué película era.

Cuando estaba comprando las entradas, el boletero me dice que la película es para mayores de 12 años. Le comenté que el muchacho ya había cumplido, pue era muy alto y pensé que el boletero no me iba a decir nada.

Cuando el muchacho sale y me dice “Tito, yo solo tengo 11 años”, le dije al boletero que cumplía uno de esos días, y el hombre le ve otra vez y como era muy alto, me permitió pasar. Lógicamente, tenía ganas de ahorcar al chiquillo.


5

Vivíamos en Quito, muy cerca de la familia de mi hija, por lo tanto, nos veíamos todo el tiempo. El Padre de José trabajaba, y la madre estudiaba medicina en la Universidad Católica.

Por las tardes, cuando yo regresaba del trabajo me quedaba con mi esposa en el departamento de ellos, para cuidar a José Antonio.

Un día se le hizo tarde al padre, y los estábamos esperando. Era hora de dormir para el niño, y mi esposa le dice que se retire a la cama a dormir. José dice que no puede porque estaba jugando sus videojuegos, y le dejamos un momento.

Al rato le dice a la abuela, “Tita tengo unas piedritas en los ojos que no me dejan jugar”. Todos nos extrañamos que tenga piedras, pero enseguida nos dimos cuenta de que tenía sueño, y que se resistía a ir a la cama.


6

Un día, José fue a acampar con su papá. En la noche, a la hora de la cena, comieron salchichas. José es tan comelón que se comió varias, y al irse a dormir se sintió mal.

Cuando entraron a la tienda de campaña, vómito todo lo que había comido.


7

Cuando José Antonio y Nena fueron a pasear a Costa Rica, teniendo el bebé alrededor de cinco meses, fueron a pasear a San Antonio de Belén, con los consuegros Riggioni.

Al llegar al restaurante, pedimos la comida, y entre los platos venía uno de pasta. José pidió que le den un poco, y comió tanto que enseguida vomitó encima de la mesa.

Ventajosamente, uno de los meseros se dió cuenta inmediatamente, y llegó a limpiar la mesa, la sillita y el suelo.