Isabella
1
Estaba muy pequeña Isabella, pero se metía en todo. Una ocasión estaban discutiendo la tía Norma y su madre, sobre hacer un cambio en la mesita auxiliar de la cocina, discutían sobre el material que querían poner.
Finalmente, la madre dice que definitivamente ella prefiere un marmoleado como mesa, por su resistencia y facilidad para la limpieza. Entonces, la niña les interrumpe la discusión y les dice “un momento, qué es eso de ‘marmoleado’, que esa palabra no existe en mi diccionario”.
2
Los nietos de Ecuador vinieron a visitarnos a Costa Rica. Nos encontrábamos en Pricesmart junto a la tía Katia, apenas íbamos entrando a la tienda cuando oímos a la bebé gritar “iiiiiiiiiii” mientras se cogía la cabeza.
Resulta que estaba viendo una tienda de zapatos (Payless), contiguo a Pricesmart. Gritó de tal manera que las personas que ingresaban a la tienda voltearon a ver asustados, porque daba la impresión que algo grave le pasaba a la bebé.
Inmediatamente dice “mi mamá me dijo que me tenían que comprar unos zapatos”. La mayoría de la gente que estaba alrededor se rió y siguió.
La tía Katia le llevó a la tienda y le compró los zapatos que ella escogió. Al regresar a casa, nos encontramos con que en la maleta ya tenía cinco pares de zapatos.
3
Durante las vacaciones llevamos a Isabella a un parque de diversiones en la Uruca. Nos divertimos mucho viendo todos los espectáculos, y los animalitos que tiene el lugar.
Alrededor del medio día, ya cansados, nos acercamos a la Iglesia y nos sentamos en las gradas de entrada. Ella vió que en patio inferior algunos niños jugaban, y pidió permiso para jugar con ellos. Le dijeron que si, y ella salió corriendo a hablar con la persona que dirigía el juego.
Todos vimos que la niña se puso a un lado del grupo, y esperó. Cuando el director del grupo pitó fuerte, vimos que dos niñas corrían tras el “ratón”.
La reacción del director del grupo fue inmediata, y volvió a pitar muy fuerte para parar el juego. Dijo en alta voz “un momento, aquí hay dos gatos corriendo tras el ratón” y todo se paralizó.
Se acercó a mi nieta, y le dijo que esperara un rato. Yo bajé al lugar para disculparme con el director del juego, y de paso le pregunté que le había dicho. Me dijo que le había dicho que ahorita jugaba.
Inmediatamente, me di cuenta de que era cuestión del idioma, aquí esa expresión ¨ahorita¨ significa en un momento. En Ecuador, de dónde vienen los muchachos, eso quiere decir ¨ya¨ ese instante, por esa razón, la niña salió corriendo tras el ratón.
4
Durante esas vacaciones, Isabella estaba conociendo por primera vez a la mayor parte de la familia en Costa Rica. Durante esas vacaciones conoció al menos cinco tíos, hermanos de mi esposa.
Regresábamos de Guanacaste, y todos teníamos hambre, entonces comenzamos a discutir donde comer. El acuerdo ir a almorzar en el restaurante de Yayo, una chicharronera en Atenas, Alajuela.
Ella inmediatamente dice: ¿Cuándo llegamos donde tío Yayo?
5
Una vez en Quito, cuando Isabella estaba pequeña, Sylvia Elena le presta a su abuelita, Sonia Isabel, una “tablet”, para que jugara. Como ¨la abu¨ (como le decía), no conocía esa marca, y era un aparato más moderno del que ella utilizaba, lo operaba más lentamente.
Sonia Isabel, la abu, se quedó jugando un momento. Pero a la niña seguramente le pareció demasiado tiempo. Además, era la “tablet” de su mamá, entonces le dice muy seria a la madre “Ya la perdimos”.
6
Cuenta Sonia Patricia, la tía de Isabella, que ésta descubrió un tucán de madera que habían traído de Costa Rica.
Cuando la tía hacía o decía algo que no le gustaba, Isabella cogía el tucán, y salía corriendo tras ella. Sostenía el tucán en su mano, de manera amenazante, pues el pico del pájaro ciertamente provoca miedo; y gritaba “guatata, guatata”
Sonia le corría, porque no sabían si era capaz o no de pegarle a alguien con el tucán. Cuando se dieron cuenta en la casa, especialmente la tía Sonia Patricia, que también comenzó a seguir a los gatos y perros, tuvieron que esconder el pájaro.
7
Me cuenta mi hija Sylvia Elena que ella acostumbraba a darles una mezcla de avena en el desayuno a sus dos hijos. Noté que se comía el plato sin decir nada.
En una ocasión, la madre olvidó comprar la avena, y tuvo que improvisar durante una semana entera con otros tipos de comida para el desayuno.
A la semana siguiente, pudo nuevamente conseguir la avena. Cuando Isabella vio la avena servida en la mesa para el desayuno, dijo ¨¡Ah! mi vieja enemiga, la avena¨.
8
Éramos socios adjuntos de la Piscina del Tenis Club, de San José. Un día estuvimos con Silvia Elena y su hija Isabella. Como siempre, Isabella tenía que bañarse en la piscina, pues parecía un pescadito, por su amor al agua.
Ese día, nadie más quería bañarse, y se tuvo que meter al agua sola. Comenzó a jugar en parte menos honda. Parece que el piso estaba un poco resbaloso por la pendiente, así que no podía pararse cómodamente. Se resbalaba y se sumergia en el agua continuamente, llegando a molestarse.
Al momento la oímos que decía ¨agua tota, tota¨. Golpeaba furiosa la superficie del agua cada vez que se resbalaba.
9
La niña debió haber tenido unos cinco años, cuando nos invitaron a la casa de uno de los hermanos de Sonia Isabel, a una fiesta de cumpleaños.
Como es lógico, los niños toman refrescos y los mayores algunos tragos o cerveza. Una vez servidos a los mayores, fueron sirviendo a los menores.
Isabella se dio cuenta que estaban sirviéndole un líquido, que a ella le pareció cerveza, ya que comparaba con otros vasos de los mayores. Se acerca a la tía, y muy calladita le dice al oído, “tía a mí no me dan permiso para tomar cerveza todavía”.
10
Un día Isabella decidió hacer pan. La receta decía que había que cubrir la masa con un paño para que repose. Pero ella entendió que había que poner la masa encima del paño y envolverla.
Cuando fueron a ver la masa después del tiempo que decía la receta, se dieron cuenta que la masa se quedó pegada al paño, y no pudo crecer el pan tanto como tenía que hacerlo.
Dice Nena, su mama, que el pan quedó muy rico, a pesar del pequeño incidente.