Al “Cura Paz”, le hacen la broma con la teja en la finca
Cuenta mi primo Fotete, (Dr. Florentino Uribe), de una broma que mi General le dio a un amigo de ellos, pues mis primos mayores que yo, siempre pasaban en la finca del abuelo las vacaciones y podían invitar a amigos que ellos escogían para hacer sus diabluras.
Un día habían salido al campo con todos los amigos, y estaban bastante lejos de la casa de la finca. Uno de ellos al que llamaban “el cura Paz”, debido a su manera de ser muy callado y ser muy recatado en todo, le dio ganas de desocuparse, pero no tenía donde ir. Se acercó a una construcción vieja y se arrimó a una pared, mi General le había visto, sin que se diera cuenta “el cura”.
El detalle interesante era que no se había dado cuenta de que, al agacharse para hacer sus necesidades, fue justo delante de un hueco que tenía la pared. Mi General al darse cuenta del hecho, consiguió una teja de la misma pared y por el hueco la puso en el suelo, de tal manera que “el cura” hizo sus necesidades sobre la teja, la cual fue retirada una vez que ya acabó.
Generalmente una vez que se termina en esas condiciones, la persona regresa a ver y se arregla los pantalones, al hacerlo se dio cuenta de que no había nada y le extrañó mucho, pero los amigos ya le llamaban y no tuvo tiempo de aclarar bien qué había pasado.
Al acercarse a los amigos, como todos ya sabían de la broma, comenzaron a hacer ademanes como que olían algo desagradable y se retiraban del “cura”. De esta manera que él se dio cuenta de que algo había pasado durante el acto y que seguramente se había embarrado ya que al regresar a ver lo que había hecho, no encontró nada, pero sabía que se había desocupado y comenzó a verse en la ropa, pero no encontraba nada.
Como todos insistieron en el hecho de retirarse de él, ya se preocupó mucho y se acercó a una acequia de aguas que pasaba cerca y se desvistió, para revisar cuidadosamente, y llegó a meterse al agua para bañarse, porque según los amigos seguía oliendo mal. Cuando se metió al agua, todos le tiraron las ropas al agua y salieron corriendo.
El pobre cura tuvo que salir y medio exprimir las ropas, y llegar a la hacienda empapado y tiritando del frío, pues Pachusala estaba al pie del Iliniza y hacía bastante frío. Solamente días más tarde le contaron, pues durante todo el tiempo le habían dicho que seguía oliendo, y él no tenía ninguna explicación al hecho.